26 de octubre de 2009

Si el amor no tiene edad, ¿por qué Islandia sí?

Vaya lo que le ha hecho Rita Martín a mi pobre amiga Lola. Deprimidita perdida la tengo. Con lo que es ella para los temas de edad y esas cosas, que lleva cinco años diciendo que acaba de cumplir 38 y vete tú a decirle lo contrario. Pues va y se presenta toda ilusionada a los casting estos de Embajadores de Canarias para lo del Winter Blues y todo eso, y llegan y le dicen que no puede porque es muy mayor. Al parecer, la convocatoria exigía que los participantes tuvieran entre 18 y 35 años... "Por tres añitos de nada, Vane, ¡por tres añitos!", me llama llorando la pobre mujer. Y yo no voy a decirle que son tres más otros cinco, que bastante tiene...

- Bueno, Lola, cariño, no te pongas así, si al fin y al cabo tú ni siquiera eres canaria - le contesto yo intentando suavizar la cosa. ¿Pa' qué fue eso?

- ¿Y qué que no sea canaria de nacimiento? ¡Lo soy de todo corazón! ¿O no tengo yo mi traje de romera de Gran Canaria y de maga de La Orotava? ¿Cuántos de los que fueron tienen uno siquiera? ¡Ninguno! ¡Seguro! ¡Si son todos unos niños chicos de esos que se ponen en las romerías a hacer botellón y no saben cantar ni una mísera folía! - me chilla desconsolada.

- Ya sera menos mujer, los chavales están muy preparados, que hablan inglés y todo...

- Y yo, yo también hablo inglés y francés y extranjero de todo tipo... Que no habré practicado yo en Maspalomas con todos lo que me encontraba... ¡Hombre! Además, que no soy la única a la que han dejao en tierra por vieja - llora un poco, se suena los mocos, suspira con fuerza y sigue -. ¿No has visto los comentarios de tu periódico? Al pobre José Alberto también lo dejaron fuera, que no ha hecho más que dejar comentarios...

- Sí que es verdad, lo hemos visto... Pero bueno, tú ya sabes que estas cosas van así, quieren a gente joven...

- ¿Y por qué? ¿Se creen que por tener poquito más de 35 yo no voy a tener la misma o más marcha en el cuerpo que ellos? ¿De qué van? Además, ¿tú sabes lo bien que me queda a mí el naranja? Lo que habría ligado yo con los islandeses, amos... Me los traigo a todos pa'cá siguiéndome como corderitos... Eso sí que hubiera sido promoción y no esos chiquillos con los tambores en las calles, que los vi yo por la tele y parecían más un piquete de huelga que una promoción turística... Así salían los pobres islandeses espantaítos... Si es que no hay criterio, hombre. A esas cosas no se puede llevar a criajos. Hay que llevar a gente seria, guapa, inteligente. Vamos, como yo mismamente o el José Alberto de tu periódico que se le ve un hombre cabal, hecho y derecho y con más de dos dedos de frente, ¡carajo! Por cierto, que a ver si tienes por ahí su correo electrónico o su teléfono que le voy a llamar para que montemos una asociación de danmificados por la campaña de los embajadores y nos plantamos delante de la Consejería con tambores, para que vean que nosotros también sabemos tocarlos, ¡y mucho mejor, vamos!

Entonces, se queda un minuto callada, supongo que pensando, jadeando aún del aceleramiento de su discurso explosivo, y recobrado el aliento me salta, muy bajito muy bajito como si alguien fuera a oirla por el teléfono a parte de mí misma... "Oye, ¿está bueno José Alberto?"

- ¡Pero, Lola! - le chillo yo alucidnada por el atrevimiento.

- Bueno mujer, ya que no pudimos irnos a ligar a Islandia, a lo mejor podíamos consolarnos...

- Bueno, ¡ya está! - le corto - No sé quién es José Alberto, ni te doy su correo, que esos datos son privados, y mucho menos sé cómo está el hombre físicamente. Y deja de decir locuras, que si tú quieres un viaje a Islandia, el verano que viene nos vamos las dos y punto pelota.

- Venga, vale... Hay que ver cómo te pones, mi arma. Pues que sepas que te cojo la palabra, ¡que ya me he comprado el plumas y tendré que aprovecharlo!

- Por cierto - le digo yo, que la noto ya más tranquila y porque a veces me gusta también picarla un pisco-, ¿sabes que los embajadores que han seleccionado en Islandia no tenían límite de edad?

- ¡¿Queeeeeeeeeeeeeeeeé?!

Lo siguiente no se los cuento porque no podría poner ni una sóla palabra de las que dijo en un medio público como este...

13 de octubre de 2009

¡Quiero mi tanque!

¿Ustedes se acuerdan del monólogo de Javier Jurdao Los dentistas y El Tanque? Si no lo recuerdan, aquí les dejo el enlace para que lo disfruten, que es muy gracioso. Y fíjense bien en cuando el cómico empieza con la monserga: "quiero mi tanque, quiero mi tanque, quiero mi tanque"... Pues así mismito está mi amiga Lola con lo del Plan Canarias. Que no es que quiera un tanque, pero sí un buen pico.

El mismo viernes me llamó, que acababa yo de salir de la rueda de prensa de Zapatero y ya había dejado colgado el primer avance en Canariasaldia.com.
El Estado destinará 25.000 millones a Canarias en 10 años había titulado. Pues ella, que por una vez en la vida le dio por leer el periódico, me llama a las dos horas más contenta que unas pascuas...

- Oye, Vanessa, ¿qué te iba yo a decir? Que ya he hecho cuentas y a ver si me explicas cómo hay que hacer para pedir mis 12.500 euros, que me vendrían de bien... ¿Tú sabes si me los darán todos juntos, o será a 1.250 euros por año? Porque, si es...

- Espera, espera, Lola -la corté yo-. ¿Cómo que tus 12.500 euros? ¿Qué 12.500 euros?

- ¿Cómo que qué 12.500 euros? Pues los de Zapatero, ¿cuáles van a ser?

- Pero, ¿qué dices, Lola? Zapatero, que yo sepa, te da, como mucho, 2.500 euros si das a luz o 420 euros al mes si te has quedado sin prestación de desempleo... ¿Dónde has leído tú lo de los 12.500 euros?

- ¡En tu periódico! -me suelta. Y yo ya que me iba a dar algo, corriendo a revisar portada a ver si habíamos metido la gamba por algún lado (que pasar, pasa, que humanos somos...).

Yo venga a mirar y que no veía nada, le pregunto "Pero, ¿dónde exactamente has visto eso en Canariasaldia?". "Pues en la primera noticia, en la de Zapatero... Pero, ¡si la firmas tú!", me dice indignada...

- Pero, ¡Lola! ¿Qué dices, mija? La primera noticia es la del Plan Canarias, mujer, la del Consejo de Ministros... Y lo que dice es que van a inyectar 25.000 millones en diez años a las cuentas de la autonomía, no que te vayan a dar a ti 12.500 euros...

- ¿Y no es lo mismo? Mira, a mí que no me estén engañando. Ahí ha dicho Zapatero que nos va a dar 25.000 millones de euros. Y eso, dividido entre los dos millones de canarios, o residentes, que lo mismo es, pues cabe a 12.500 euros para cada uno. A mí que se me dejen de gaitas y me den lo que me toca.

- Pero, Lola, eso no es para repartirlo ¡pedazo de burra! Que eso es para irlo dividiendo, que si a planes de empleo, que si a industria, que si a energía... ¿Cómo crees que le van a dar 12.500 euros a cada canario? ¿Qué solucionan con eso?

- ¡Coño! ¿Cómo que qué solucionan con eso? Dame los míos para que veas tú si solucionan: pago mis deudas, mis multas, mis cosas, me compro unos trapitos, decoro el piso que lo tengo desangelaíto y seguro que me da hasta para irme una semanita a La Gomera. ¿Te parece poco?

- Ya mujer, pero la cosa trata de solucionar la economía de Canarias, ¡no la tuya!

Ah! ¿Y cómo la van a solucionar? Dándole la pasta a los políticos, como siempre, ¿no? Anda que así sí que solucionan. Para que luego se la repartan entre sus cuatro coleguitas del cemento y esas cosas y la gente del pueblo no veamos ni un euro. ¡Cómo siempre!

-Mira ella, que nos ha salido comunista. Muy bien, ¿y tú qué propones entonces?

-Pues lo que te he dicho, que a me den mis 12.500 euros que ya veré yo cómo los invierto. ¿Qué pasa? ¿Que el dinero que yo gasto no sirve de nada? Mira: si pago las multas que debo son... por lo menos, por lo menos... déjame que calcule... pues por lo menos 1.200 euros, lo que me tocaría en un año de los diez, que se lleva el Ayuntamiento del tirón. Que con eso ya puede Momo hacer un par de arreglitos en mi calle... Luego, que tapo yo mis agujerillos que tengo por ahí, ya es dinero que tendría la gente a la que se lo debo para invertir también. Y después, que si adelanto algo en la letra del coche, el banco que se queda más contento que unas castañuelas y ya puede empezar a abrir la mano con la gente y a conceder prestamitos y estas cosas, que tienen el puño más cerrao que los bares de Vegueta en tiempos de Soria. Después, que si me compro unos cuadritos, una mesa, un sofá cama para la habitación de invitados, estas cositas... Unos 3.000 o 4.000 euros que se van para las tiendas. ¡Y lo bien que les vendrán que están que no venden ni un mísero mantel! Y así no cierran y no echan gente y todas esas cosas. Que si me compro unos trapitos, pues lo mismo. Y lo que se va de todo eso en impuestos indirectos para el Gobierno... Que ya podrán entonces invertirlos en lo que les dé la gana. Que me voy una semanita pa' La Gomera, pues dinerito fresco para Binter, para el Tecina, etcétera, etcétera... En definitiva, que nos lo den y se dejen de historias, que verás como acabamos rápido los canarios con la crisis...

Así es Lola con una calculadora en la mano. Y, ¿qué quieren que les diga? Que no supe cómo rebatirle sus argumentos... Así que nada, que se prepare Zapatero, porque a ésta la veo como a Javier Jurdao, colgándose del teléfono para darle la murga a él, a Rivero, a Soria y al que haga falta: "quiero mi tanque, quiero mi tanque, quiero mi tanque, quiero mi tanque...".

3 de septiembre de 2009

La bolsa o la vida

Mi pobre amiga Lola está que no cabe en sí de la indignación en estos días. Ayer me llamó desesperada. Se ha ido a Madrid la muchacha a pasar unos días con su anciano padre. Y ella que es muy buena hija, cuando va a visitar a su padre le limpia la casa, lo saca de paseo, le hace la compra… Pero, ay, que Lola, para variar, no se había enterado de que en Madrid Carrefour ha dejado ya de dar bolsas de plástico para la compra a sus clientes…

“¿Te lo puedes creer?”, va y me dice casi llorando. “Que llegan y me dicen que no, que no me dan bolsas, que me tengo que comprar unas cosas espantosas de tela o de rafio si quiero… Y si no me meto la compra en el bolsillo. Y van y me dicen que me lo mejor es que me compre un carrito de esos tan feos que llevan las señoronas amargadas. ¡Sólo me faltaba!”.

“¿Y cuanto te costaba el carrito, Lola?”, le pregunto. “¡Tres con cuarenta! ¿Te lo puedes creer? ¡Es una estafa!”, me contesta indignada. “Bueno, mujer, el coste normal de esos carritos no baja de los 20 euros, en realidad es una ganga”, intento convencerla. “Pero, ¿para qué quiero yo un carrito-ganga que no me gusta, ni lo quiero, ni nada? ¡Yo quiero mis bolsas de toda la vida!, me contesta.

Ahí intento yo explicarle que es necesario dejar de utilizar bolsas de plástico porque contaminan mucho, que en muchos países del mundo están prohibidas, que hay que cuidar el medio ambiente… “¿El medio ambiente? ¿El medio ambiente? ¿Y, qué pasa, que yo no soy medio ambiente? ¿Yo no soy un ser vivo? ¿Ahora tengo yo que usar una cesta de esas arapientas para que se me roce toda la piel de los brazos? ¿O tengo que comprarme un carrito de esos ridículos y luego ir al psicólogo para quitarme el trauma? ¡Vamos por favor!”.

Casi me deja sin palabras… “Pero, Lola, mujer, relájate… Ya encontrarás algo que usar que te guste para ir a la compra…”. Pero a Lola no hay quien la convenza. Cuando se le mete algo en la cabeza tiene argumentos para todos los gustos…

- Que no quiero, te he dicho. Que yo quiero mis bolsas. Que estoy harta de que me saquen el dinero por todos lados.

- Lola, que son poco más de tres euros.

- No, es mucho más. Porque no es sólo que me tenga que comprar el carrito horripilante de las narices. ¡Es que además a partir de ahora voy a tener que comprar y comprar bolsas!

- ¿Comprar bolsas? ¿Para qué? – le digo yo extrañada.

- ¿Cómo que para qué? ¿Qué pasa que tú no tiras la basura en tu casa? ¡Tanto medio ambiente, tanto medio ambiente! ¡Pamplinas y excusas para sacarnos el dinero! Yo cuido el medio ambiente más que ellos, que yo todas las bolsas las reutilizo de toda la vida de dios. Para tirar la basura orgánica, para tirar los embases, para la papelera del baño, para recogerle las caquitas a mi Cuqui cuando la saco de paseo… ¿Ahora qué pasa? ¿Me voy a tener que comprar bolsas para todo eso? ¿Tú sabes el gasto que es eso?

- Bueno, pues visto así, algo de razón tienes…

- Mucha.

- Bueno, pues hay otra solución.

- ¿Cuál?

- Que dejes de comprar en Carrefour… Te vas a Alcampo…

- ¿Cómo? ¿Que esto es sólo en el Carrefour? ¿Por qué no me lo has dicho antes? ¡Si yo en Las Palmas voy siempre al Hiperdino! ¡Vaya los disgustos tontos que me haces coger sin necesidad!

Flipé. Si es que encima la culpa va a ser mía… Esta mujer está fatal. “Lola, pero si has empezado tú a dar la murga… ¡Si leyeras un periódico alguna vez eso no te pasaba!, le chillo. “Vaaaale… Venga, te dejo, que voy a comprar el carrito ese horripilante para mi padre y a volver a casa… Ya hablamos”. Y me cuelga. Si lo que yo diga, como una cabra…

12 de agosto de 2009

De colas, obras y un brazo quemado...

Madre mía, el mosqueo que tiene Lola hoy. Acaba de llamarme histérica, que se ha pasado "una hora de reloj, pero una hora, ¡eh!, que no exagero...", atascada en la calle La Naval.

"Y los 'munipas' pa'arriba y pa'abajo, pero aquello que no avanzaba. Y yo venga a apagar y encender el motor del coche, para no gastar gasolina... Pero vamos, que esto no puede ser, ¿qué hace tanta gente allí? ¿Y por qué están todas las calles que conectan con Juan Rejón cortadas?", me dice indignada.

"Pero, Lola, ¿tú no te has enterado de que están haciendo obras en la calle Albareda y que se están montando unas colas tremendas?", le explico.

"Pues, no, primera noticia", me dice. "No te digo yo que no te lees los periódicos...", le contesto enfadada. "Bueno, vale, ya lo sé, pero es que no tengo tiempo, así que explícame a qué viene este desastre, ¡que he llegao tarde a la peluquería y casi no me atienden!", me contesta.

"Pues viene a que están haciendo obras de saneamiento en la calle Albareda y por eso la tienen cortada entera", le contesto.

"¿Pero qué tendrá que ver la calle Albareda? Que yo te estoy hablando de La Naval, que intentaba incorporarme a Juan Rejón y todas las calles de acceso estaban cortadas: Perez Muñoz, Artemi Semidan, Benicharo... No había manera. Me obligaron a ir hasta el final de La calle Naval para volver por Juan Rejón. Cuando yo no quería ir a Albareda, sino salir por General Balmes...".

"Pues ni idea hija... Ahí lo han cerrado todo, yo tampoco me explico muy bien por qué".

"Pues vaya gracia, ya está Momo tocando las narices en verano otra vez... Si es que esta gente no cambia... ¡Y a mi teletransportador municipal, ni caso que le han hecho! Que intenté ir a enseñárselo a Momo y ¡ni me quiso recibir! Si lo hubiera hecho, estas cosas no pasaban...".

Yo me parto y le digo "pero, Lola, que esa idea era una locura, ¿cómo crees que van a construir teletransportadores bajo la ciudad? ¿Tú sabes cuanto se gastarían en eso?"

"¿Y lo que me gasto yo en gasolina con el coche en marcha mientras espero en la cola, qué? Y encima, cuando llegué a la peluquería me dijo la peluquera que van a hacer lo mismo con Más de Gamide, que me queda al lado de casa... Al final verás que me voy a tener que apuntar a eso de las bicicletas amarillas, ¡con lo que las odio!", me suelta.

"Pues mira mujer, a lo mejor así bajas un poco de peso", le contesto yo con toda mi buena intención. "¡Pero bueno! ¿Me estás llamando gorda? ¿Tú de que vas? ¡Qué ataque más gratuito!", me suelta la mujer indignada.

"Uy, que no, Lola, no te lo tomes así... Si yo lo decía por salud... Que es muy saludable ir en bici...".

"Lo saludable es llegar a tiempo a los sitios, que si no me entra el ataque de nervios, me pongo histérica y me como las uñas, se me arruga la cara y me sale acné nervioso de ése -que todavía estoy porque el dermatólogo me explique que tienen que ver los granos con los nervios- y así si que no estoy ni saludable ni guapa ni nada de nada. Que es que este Ayuntamiento a mí lo que quiere es matarme y dejarme soltera. Porque ya me dirás tú qué hago yo ahora con un lado moreno y el otro no...".

"¿Cómo con un lado moreno y el otro no? ¿De qué hablas?", le pregunto.

"Pues, ¿de qué voy a hablar? Del atasco...". "Pero, Lola, ¿qué tiene que ver el atasco con tu moreno?". "Coño, pues que de tanto rato en la cola, con el brazo por fuera de la ventanilla, al final se me ha quemado el brazo izquierdo, y el derecho más blanco que la leche... Que ahora voy a tener que ir a la playa con pantalla total en un brazo y aceite bronceador de zanahoria sin protección en el otro, para igualar..."

Me descojono de la risa y le digo "bueno, Lola, tú no te preocupes que yo salgo ahora mismo a comprarte una camista de esas con una sola manga y la otra descubierta y así, cuando vayas conduciendo te pones la manga en el brazo izquierdo y poco a poco se te irá bajando la quemazón".

"Pues mira, no es mala idea. ¿Y eso dónde se compra?".

"¡Lola! ¡Que era broma!"
, le chillo muerta de risa.

"Mira, vete por ahí. Me voy a mi dermatólogo a que me mire el brazo, que seguro que hasta me sale un cáncer ahora..."

"Vale, Lola, vale. Vete y ya me cuentas, que seguro que me voy a reir mucho con lo que te diga el dermatólogo".

"Sí, cuando tengas que venir conmigo a quimioterapia verás como te ríes. Ala, adiós".

Y nada, así me ha despedido. Eso sí, luego me mandó una foto que sacó con el móvil del atasco para que viera que no se lo inventaba. Ahí la pueden ver. Y, la verdad, aunque está muy mal de la cabeza, algo de razón tiene mi Lola en quejarse...

2 de julio de 2009

¿Té de qué?

No se lo van a creer, pero les prometo que es verdad: ¡Mi amiga Lola no se había enterado del apagón analógico! Si es que esta mujer está en las nubes... Ayer me llamó, que hacía siglos que no hablábamos, para contarme muy preocupada que un primo suyo que vive en Fuerteventura no podía ver la tele...

"Resulta que le han dicho que se tiene que comprar un té de no sé qué para poder sintonizar los canales. Y digo yo, que ¿qué tendrá que ver lo que uno se beba con que la tele se vea o no se vea? ¿No será que ahora hace falta drogarse para ver entre los puntitos de la tele? Porque yo soy anti-drogas, eh, que tú lo sabes..."

Yo no podía hablar de la risa que me entró... "Pero Lola, ¿cómo que un té, mujer? ¡Lo que tiene que comprarse es la TDT!".

"Pues eso, lo que yo he dicho, un té del té. Pero, ¿eso qué es? ¿Un té muy concentrado? ¿Y cómo se usa? ¿Hay que bebérselo o hay que echárselo a la tele por encima para que se vea? Es que no entiendo nada...", me dice la pobre casi llorando. Si es que cuando quiere es más bruta...

"A ver, Lola, no es un té de beber, sino la TDT, Televisión Digital Terrestre, un nuevo formato de televisión que han implantado y para verlo hay que comprarse un aparato especial que sintoniza los canales en formato digital".

Y llegó el momento de indignación: "Pero, ¿eso cómo va a ser? ¿Que me tengo que comprar otro trasto para la tele? ¡Pero bueno! ¿Y eso quién me lo financia a mí? ¡Porque yo no he pedido que cambien nada!"

"Bueno mujer, en su momento también cambiaron de la tele en blanco y negro a la de color y había que comprar televisores nuevos..."

"Sí, pero no se dejaba de ver la tele porque no lo compraras. ¿Y ahora qué hago yo? ¿Comprarme otro chisme? Si ya no me cabe nada en la mesita de la tele... Que si el vídeo, que ya no vale porque en ninguna parte encuentro cintas, pero tampoco lo puedo tirar porque, si no, ¿dónde veo yo la boda de mi hermano o el viaje que hicimos a Portugal hace unos años? Y luego, que si el dvd ese nuevo para poder ver las películas, los altavoces del 'doblisurraun' ése que me regalaste y que no sé cómo carajo se usa... y ahora el té del té este... ¡Si con tanto chisme no me va a caber el televisor de plasma nuevo que me regaló mi hermano!"

"Pero, vamos a ver, ¡¡¿que tienes un televisor de plasma?!!". Le grité porque por teléfono no puedo estrangularla.

"Pues sí, es muy chulo, así, todo finito... Lo que pasa es que queda un poco raro en el mueble de la tele, como que parece que se va a caer pa'lante o pa'trás, pero está bonito y se ve todo clarito... De momento, claro, cuando llegue aquí el té del té, ya no sé cómo se verá".

"Pero, Lola, dos preguntas, mija, ¿tú ves canales como la TvCanaria 2 o Nova o FDF?".

"Pues sí, mira. Desde que me instaló mi hermano el plasma se ven un chorro de canales. Yo me supongo que, como el otro era tan viejo, no pillaba bien tantas señales, pero éste es una joya, tengo un montón de canales... aunque no me gusta ninguno, eso sí... pero vamos que..."

Lola! ¡Que tú ya tienes TDT!", le grito. "Los televisores nuevos vienen con la TDT incorporada, mujer... Por eso ves todos esos canales, que son de la TDT".

"¡Anda! ¿En serio? Pues entonces, nada, qué peso me quitas de encima. ¿Entonces no me tengo que comprar el aparato de té ese, ¿no?"

"No Lola, no, no tienes que comprarte el aparato del té, lo que tienes que hacer es leer de vez en cuando un periódico, que no está de más... E ir a un psiquiatra, que tampoco te vendría mal". Sí, soy un poco dura, pero se lo digo con cariño.

"Bueno, mujer, cómo te pones, con eso de que ahora estás internetizada no hay quién te diga . Pues nada, ahora mismo entro en Canariasaldia.com y me lo leo todo para que no me chilles".

"Muy bien que me parece, y léete bien el Especial sobre la TDT que hemos publicado, a ver si te enteras de algo, que ya te vale".

"Venga, me pongo a ello... A ver si me acuerdo de cuál era la clave para entrar en mi ordenador..."

Señor, ¡qué cruz de mujer!

27 de febrero de 2009

Teletransportador municipal

La última ocurrencia de mi querida amiga Lola no tiene desperdicio. Ahora dice que por qué no inventan un teletransportador para moverse por Las Palmas. Pero no crean que lo dice de broma ¡eh! Ella está convencida de que el asunto es posible… Tanto Second Life la tiene transtornadita…

Fíjense ustedes que dice incluso que le va a mandar una carta a Román Rodríguez y a Jerónimo Saavedra contándoles el proyecto. ¡Qué lo tiene todo pensado!

“Mira –me dice-, es muy sencillo. Ahora que van a levantar todas las calles de la ciudad pa eso der saneamiento (tú sabes mejor que yo como va el asunto), gracias a la pasta de ZP, podrían aprovechar y crear conductos subterráneos que conecten, no digo yo todas las casas, pero bueno, al menos las calles”.

“Pero, Lola, cariño, eso se llama metro y ya está inventado”, le contesto yo.

“¡Qué no, mujer! Yo no digo eso. Escucha. La cosa sería crear como ascensores redonditos que fueran a toda ostia por los conductos. Con que quepan una o dos personas en cada, bastaría. Eso sí hay que poner miles y miles de ascensores de esos, pa que no se atasque la cosa. Entonces, tú ponte que sales de tu casa, allí en el Puerto, y en Tomás Miller mismo tienes tu cabinita pa’l teletransportador. Lo llamas y viene uno to rápido. Entras y, en un panel con un mapita de la ciudad, pinchas el sitio en el que quieres salir. Y fuiii. Te pones en el sitio en dos minutos”.

“Se te ha ido la pinza Lola. ¿No estarás viendo demasiados capítulos de Futurama?”.

“Qué poco moderna que eres, Vanessa”, me contesta la tía encima.

“Moderna no, Lola, es que eso es una locura. Es inviable. Costaría miles de millones de euros y no creo ni que exista técnica para conseguirlo”.

“Pues tú dirás lo que quieras –me contesta-, pero yo creo que Román y Momo estarían encantados. Matas dos pájaros de un tiro. O tres. Uno, se acabaron las deudas de Guaguas Municipales, que con lo que debe la empresa esa se pueden hacer cuatro teletransportadores de los míos. Dos, se acaba la polémica metro sí o metro no. Y tres, lo más importante, ¡no volveré a tirarme media hora esperando la 1 en la parada para luego tirarme una hora oliéndole el sobaco al de a’lao pa’ llegar de Mesa y López a la Fuente Luminosa!”.

“Pues mira, visto así. Todo es cuestión de proponerlo”, le contesto. Y no, no me he vuelto yo loca también. Es que ante tales argumentos, ¿para qué discutir? ¿No?

9 de diciembre de 2008

Espanto navideño

Mi amiga Lola tiene un cabreo navideño de los monumentales. Ella que siempre ha tenido un espíritu muy navideño, muy festivo, este año no quiere ni oír hablar de la Navidad, al menos de la Navidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Ayer me llamó aceleradísima. Ni hola me dijo. "Vanessa, ¿tú sabes cuánto ha costado el Belén de Arena de Las Canteras?", me pregunta de sopetón. "Pues creo que eran unos 130.000 euros, ¿por qué?".

"¡¡¡¡¿¿¿130.000 euroooos???!!!! Pero, ¿cómo es posible que se paguen 130.000 euros por esa birria y que nadie diga nada? ¡¡¡Con la que han 'montao' por el árbol de hidrógeno!!!".

"Pero, ¿cómo que por esa birria, Lola? El Belén de Arena es una tradición en la capital. Siempre se hace y es muy bonito".

"¿Tú lo has ido a ver este año?".

"No, aún no. ¿Qué pasa?".

"Pues pasa que eso me pongo yo en un rato con un cubo y una pala y te lo hago gratis. Tanto artista internacional y tanta leche para hacer eso... ¡Por favor! Si son cuatro cubos de arena tallados como cuando en el colegio nos hacían hacer figuritas en los jabones de lavar... Y 130.000 euros por eso... Manda narices..."

"Bueno, Lola, a la gente le gustan estas cosas. Pero, además, no te entiendo, el otro día estabas cabreada por el árbol de hidrógeno, ahora con el Belén de Arena. ¿Qué te pasa?".

"Me pasa que es todo un desastre y que yo me voy a volver pa' mi Sevilla porque esto ni es espíritu navideño ni es nada. Primero me ponen bombonas de hidrógeno al lado de casa por 40.000 euros, que tú dirás que no pasa nada, pero yo llevo sin dormir desde el viernes, porque como eso explote mi casa se va al carajo. Y ahora el belén ese horroroso y carísimo".

El caso es que Lola se enteró de lo del árbol de hidrógeno y desde entonces están amargadita. Pánico le tiene a las bombonas de hidrógeno que alimentan en árbol. "¡Que eso explota y morimos todos!", dice ella. Y yo venga a decirle que no pasa nada, que está muy controlado. Pero ya saben, la pobre es hipocondriaca perdida y miedosa por naturaleza.

"Es que así no hay quien se innunde de espíritu navideño. Entre el disgusto del árbol, que voy a San Telmo a ver el nacimiento y está metido dentro de unas vallas, que todavía no lo abren, que los comercios no han 'decorao' más que la mitad... Me fui a Las Canteras a ver el Belén, que el año pasado fue súper bonito, que de lo lindo que era se me saltaron las lágrimas y casi estropeo las figuritas con el agua de mis llantos; y este año llego y me encuentro ese espanto... ¡Porque es un espanto!", me chilla por ekauricular.

"Bueno, ¿y qué quieres que te haga yo, Lola, por dios?".

"Pues quiero que salgas prontito de trabajar hoy que me vas a acompañar a comprar un árbol de navidad en condiciones, con todas sus bolitas tradicionales, sus lucesitas que parpadéen y su niñito Jesús debajo en el pesebre, junto al buey y la mula. Lo monto y lo miro todas las noches una hora para que se me quite el espanto navideño de esta ciudad, porque si no me voy a coger una depresión".


"Vaaale, tranquila, esta noche te recojo y nos vamos de compritas navideñas".

"Pero a tiendas buenas, nada de chinos, ¡eh!"
.

"Sí, mujer, tranquila, nada de chinos".

"Vale
-me dice haciendo pucheros- pues te espero luego".

"Hasta luego, Lola".